miércoles, 6 de junio de 2007

Más llibros, más llengua




Xosepe Vega (artículo publicado recientemente en La Crónica de León-El mundo)

Con el huracán de promesas, proyectos, ilusiones y también mentiras que nos acomete en estas fechas resulta difícil a veces percatarse de que la primavera, poco a poco, con demasiada timidez y más que lógica indecisión, va dejando de ser apenas una recién parida, para convertirse en una madura realidad. Entre las flores con las que ya abiertamente nos regala ahora el paisaje de nuestra región también hay pequeñas maravillas de la cultura que parecen haber escogido esta extraña primavera para revelarse como agradabilísimos indicios de que lo seguramente en los próximos años será el panorama de la cultura y la tradición en lengua asturleonesa.

Si hace unos días comentaba la aparición de un excelente libro de Nicolás Bartolomé sobre la tradición oral en leonés, hoy me regalo con las páginas del recientísimo 'Vocabulariu de La Baña' de Jonatán Rodríguez Bayo. A este jovencísimo autor lo conocí ya hace unos cuantos años, cuando sólo era un niño y ya se dedicaba a coleccionar palabras, y ya entonces me asombró el amor e interés que sentía por la lengua tradicional de su pueblo cabreirés. Cuando comprobé a lo largo de las muchas semanas en las que con él y otros muchachos y muchachas cabreireses practicábamos la lengua tradicional como actividad extraescolar mientras traducíamos todos juntos al cabreirés las inolvidables páginas de 'El Principito' de Saint-Exupéry, supe que había mucho que luchar y dar por todas esas personas, no sólo viejos, sino también niños, que siguen portando en sus cabezas y en sus lenguas la vieja lengua asturleonesa.

Jonatán tuvo la suerte de haber nacido en un lugar donde aún es posible «amayular» los cordones de los zapatos, donde se «baixa» y se «chube», donde los «homes» y «muyieres» «cayen», «mancan» y se «llevantan», donde todavía es posible «calecese» a la «llumbre», y en donde las hogazas aún se «encietan» con el «cuchiellu». Y la verdad es que todo eso es mucho. Y ello pese a que hay días que ya no es posible tomar «lleite mucizu» por las mañanas, y «a la ñueite» la «uxina» no es fresca y huele al motor de los camiones. Pero ser de un pueblo así es también una gran responsabilidad, y al fin, una auténtica carga. Jonatán es de los que se han dado cuenta. Como nos dice en las páginas de su magnífico vocabulario: «No es tarde, pero no hay que dormirse. Podemos reclamar el honroso título de ser uno de los últimos pueblos en mantener nuestra lengua tradicional viva, resultando ser una realidad tangible y palpable en el día a día. Con todas las variaciones que ha podido sufrir desde su creación, nuestro dialecto bañés tiene ahora su examen más difícil, de cuyo resultado depende su supervivencia como lengua conviviente con el omnipresente castellano».

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